Cataluña, como la mayoría de territorios del planeta, atraviesa un periodo crítico en el que reinventar la economía con el fin de que sea sostenible es vital para el futuro de su población. La crisis climática ha llevado a las Naciones Unidas a firmar acuerdos que afectan de manera directa al modelo de movilidad actual en todo el mundo. Los vehículos que se mueven mediante la quema de combustibles fósiles se ven amenazados por su regulación, cada vez más dura, o incluso por la prohibición de su venta.

En este contexto aparecen los vehículos eléctricos en el mercado: coches, furgonetas y motocicletas enchufables que funcionan con electricidad almacenada en grandes baterías. No obstante, esta nueva incorporación al sistema de movilidad tiene efectos secundarios que no son nada positivos. Dichos efectos secundarios derivan de la extracción de minerales necesarios para las baterías y los motores eléctricos, y son los siguientes: el aumento en la necesidad de explotación minera, la explotación de personas, las malas condiciones de trabajo y las vulneraciones frecuentes de los derechos humanos. ¿Son los coches eléctricos privados el futuro del transporte?